Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

viernes, 20 de abril de 2012

LA HORMIGA Y LA CIGARRA

¡¡Buena fábula!! Si no hubiera tanta cigarra suelta, seguramente las hormigas trabajarían cantando… Como lo hacía tu querida madre.

Abrazos.

Marisa Pérez

LA HORMIGA Y LA CIGARRA

Valladolid 25 de abril  2008

Queridos hijos:

Pensando en mi madre recuerdo con especial emoción lo que me contaba de la época en que residía en Cornón y realizaba brutos trabajos agrícolas, tales como arar, segar, recoger, beldar, etcétera, para los que no le alcanzaban las fuerzas, y habían momentos de agotamiento y depresión que tomaba la decisión de sentarse al pie de un hormiguero a contemplar a las hormigas, obreras intachables, seres insignificantes que con prodigiosa fuerza de voluntad y sudando tinta arrastraban con terca insistencia enormes y pesados bultos. La relevante hazaña le servía de estimulante ejemplo para sobreponerse al desánimo. No era para menos, comprobar como, sin meterse con nadie, ellas a lo suyo, buscarse la vida trabajosa y abnegadamente a la vez que se ocupaban de limpiar la naturaleza de pequeñas suciedades orgánicas.

Desde entonces cuentan las hormigas con mi simpatía, pero no únicamente por esta circunstancia; había más. Los valores éticos y morales que atesoraban las hormigas eran y son, el ejemplo que ponen los maestros a los alumnos para que el día de mañana sean útiles a la sociedad: trabar callada y machaconamente, ayudar al compañero que lo necesite, sacrificio por el bien común, previsión del futuro con ahorro y austeridad…

Todos los niños aprendimos de memoria la fábula de “La hormiga y la cigarra", en la que se compara el proceder de la laboriosa hormiga, que gracias a su esfuerzo y mentalidad previsora en los rigores veraniegos, hace acopio de víveres, llenando cuidadosamente y a tope su granero, y gracias a su animoso talante pasan el invierno confortablemente, bien alimentadas y guarecidas. Naturalmente se opone el ejemplo contrario de la cigarra, insecto de conducta detestable y cretina e insolidaria, que pasa el verano de fiesta y cachondeo cantando como loca, sin preocuparse de acarrear provisiones para sobrevivir el crudo invierno, sucumbiendo de hambre y de frío. Ósea, la recompensa al esfuerzo frente al castigo a la gandulería.

Estoy considerando que con fama tan bien ganada las hormigas han de ser felices al ver reconocidas sus virtudes, respetadas y admiradas. Pero, un momento, que todo hay que decirlo, tampoco faltan ocasiones que son consideradas como las malas de la película. Ahí tenemos como ejemplo estremecedor del film "Cuando ruge la marabunta", en la que las tías actúan  de lo peor: hormigas cabreadas capaces de devorar a mordiscos a cuanto se les ponga por delante, incluso las piernas de Charton Heston.

Por otro lado, aclaro que, personalmente, por las cigarras siento especial simpatía, y en  modo alguno resultan lo disipadas e irresponsables como las pinta la fábula. También los pájaros nos deleitan con sus trinos y tampoco almacenan alimentos.

Besos y abrazos