Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

viernes, 18 de octubre de 2013

EL PRECIO DE SER INTELIGENTE



Hoy comenzamos a publicar las cartas que como gotitas de rocío irán llegando de puño y tecla de Paulino Alonso; el querido hermano octogenario de nuestro añorado yayo Félix.
Me consta que un poquito de mi empeño ha tenido algo que ver en esta decisión de plasmar sus recuerdos para ser compartidos en forma de carta; de enviárnoslas periódicamente  y ser publicarlas felizmente por esta empeñona amante de escribir, y de leer, sobretodo cartas con vivencias tan intensas y hermosas como lo fueron las de estos dos hermanos que presumo de lo mucho que me quisieron –y en el caso de Paulino lo hará muchos años más-.
Si Félix fue “mi padre adoptivo” por cariño y simpatía, ahora Paulino es con título impreso en el corazón mi “tío adoptivo”.
Él, ha demostrado ser mucho más “mi tío” que algunos que lo son por sangre -o tras firmas en vicaría con mis  consanguíneas tías-.
 Gracias a mi cuatita Pili he encontrado a este tío adorable y doy gracias al Dios al que sirve por habérmelo regalado; porque desde el otro lado del mundo y con visiones tan diferentes de la vida, nos queremos y respetamos en idéntica medida. Ojala se pudiera hacer el trueque: cambiaría a un par de mis “verdaderos” tíos por ser sobrina de Paulino sin lugar a dudas; porque él me quiere como soy, sin trabas, intentos de manipulación,  ni imposiciones absurdas.
Este hombre de Dios y pastor de los más desfavorecidos desde hace muchos años va a contarnos en estas cartas sus vivencias como misionero allende los mares.
En ocasiones he manifestado mi poca o nula simpatía por muchos sacerdotes o monjas que probadamente han contravenido gravísimamente la ley del Dios que predican. Sin embargo tengo buenas amistades entre ellos; excepciones que confirman la regla de que no toda la curia es como muchos que ensucian los “hábitos” con sólo vestirlos.
De antemano se que Milagros –religiosa- será seguidora acérrima de estas cartas que publicaré en nombre de Paulino; porque ya lo es de este Blog del Yayo Félix y de alguno de los míos.

Dura, muy dura experiencia nos cuenta Paulino en esta carta que he titulado “El precio de ser inteligente”. Bienvenidos queridos lectores a este nueva etapa del “Blog del Yayo Félix”; etapa en la que intercalaré cartas de los dos hermanos. Se que a Paulino le hace feliz la idea, y estoy segura que el yayo Félix, estaría encantado con ella.

Marisa Pérez Muñoz
EL PRECIO DE SER INTELIGENTE
(México D.F) a 07 de Agosto de 2013

Mis queridísimas Peque y precios@s  sobrin@s tod@s: Dios es Amor, eso lo sabemos todos, y quiere que  nosotros nos amemos, pero...fallamos.
Comienzo a deciros, que por los años 1980 al 92 yo estaba  de Párroco en un pueblito llamado Zacapa, en Honduras, tenía 4 municipios y 40 aldeas todas enmontañadas y muchas con caminos de bestias; las mulas eran las más seguras porque si fallaban un paso casi en vertical hubiéramos caíamos 500 metros a lo profundo del barranco.
Yo vivía con las mejores de mis ilusiones de Misionero, eso lo había soñado toda mi vida, pero era imposible poder atender yo sólo a tantos lugares donde la mula tardaba hasta 6 horas de noche, y con tanto precipicio, al llegar sentía lo que se siente cuando uno camina mucho y aprisa  o como cuando se navegaba  muchos días en barco cuando el mar está revuelto: que todo le da vueltas a uno, casi no se puede caminar.
En esas circunstancias y después de mucho pensar, empecé a formar una comunidad de laicos, como una docena para que me ayudara a Misionar la Parroquia, 5 eran puertorriqueños y 7 de Honduras: de esto les hablaré en otra ocasión.
Unos eran casados y otr@s solter@s; entre las solteras de Puerto Rico una joven se llamaba Enid, y entre las casadas de Honduras una señora llamada Lala; esta mujer bastante rústica tenía 3 hijos y una niña tiernita de  meses; cada hijo era de un padre y ni ella sabía de quien era cada uno, pero era una mujer con grandes ganas de conocer y servir a Dios y eso me ilusionó y me la traje a la comunidad desde Tegucigalpa.
A la Comunidad la pusimos: _CO_munidad M_isionera PA_sionista DE SE_glares abreviado dice: COMPADESE.

En ese tiempo yo había hecho dos máquinas de hacer bloques para ayudar a la gente y para que aprendieran, pero esa gente, por razones que les iré explicando, no querían trabajar, así que yo aprendí y la enseñé a Lala que trabajaba como dos hombres; la acomodé en la bloquera y la pagaba por lo que hacía, así que trabajaba hasta de noche, los niños mayores solos se divertían, la tiernita siempre la tenía algo cerca, por si lloraba. Yo seguido iba a verla y siempre me cogía a la niña que feliz se iba conmigo, así que cuando me veía estaba feliz.
Como no estaba bautizada escogió de madrina a la otra joven misionera y la puso su mismo nombre: Enid. La niña era preciosa y no daba guerra cuando tenía la pancita llena, pero cuando tenía hambre daba unos berridos que alborotaba al pueblo: era tragona.
Un día me pidió Lala que se la cuidara, tenía algo que hacer. Se vino conmigo tan feliz como acostumbraba pero como la mamá tardaba le empezó a dar hambre y se pensó que yo era como su mamá y empezó a tirar de mi camisa y tira y tira y empuja por aquí y por allí hasta que me desabrochó, yo le dejaba haber que hacía, se fue a mamar y cuando vio aquello tan pequeño, tan duro con tanto pelo y todo tan feo, puso una cara, no se si de espanto, de susto o de extrañeza, me miraba a mí haber si era yo, volvía a mirar allí y repetía las miradas. Afortunadamente en ese momento llegó la mamá y ahí si se dio gusto; sin mirar a nada chupaba con placer, cuando ya estaba medio llena sin soltar la llave que le llevaba el mejor alimento del mundo, me miraba de reojo como diciendo esto sí está rico, no como tú, la mamá ni se dio cuenta. Es la primera vez que lo cuento.

Esa niña, mi preciosa Enid, fue creciendo y creciendo;  empezó a ir a la escuela y salió de esas niñas   superdotadas, desde tierna era la primera de la clase. Lala, tenía más tiempo; como pertenecía a “COMPADESE” comía con la comunidad y los domingos hacía un apostolado acomodado a su forma de ser, pero del todo maravilloso que a mí me transformó hasta la fecha.
En un aspecto cambió mi vida en entender algunos dichos de Jesús, que yo entendía superficialmente. Agradezco a Lala haberme enseñado esas cosas: es la ciencia de la gente sencilla, pero este es tema en algún momento trataremos.
Ella en lo material tenía un buen ahorro, muy de ella, pues trabajaba como dos hombres. En el año 1992 me trasladaron a San Salvador y ella se fue a su pueblito a 350 Km, al sur de Zacapade: Tegucigalpa. A 50 Km más al sur metió a Enid en la escuela del pueblito y allí había unos niños listos que siempre sacaban los primeros puestos pero como Enid era superdotada, desde que ella llegó era ella la del primer lugar, entonces ella tenía 11 años, los muchachos entre 10 y 12 años, les empezó a dar envidia y se pusieron de acuerdo, no se cómo la convencieron que se fuera detrás de la escuela donde había árboles y muchas piedras; al llegar allí empezaron a tirarle piedras hasta dejarla muerta, después la taparon con piedras y se fueron tranquilos, claro pronto se supo todo.
Esa fue una noticia nacional por periódicos y medios de comunicación, fue un crimen que conmovió a Honduras. A mi me dolió en el alma, poco más supe de Lala. Desde el cielo, Enid rezará por ellos.
Comenzaba la época de los crímenes que tanto dolor siguen dando a tantos inocentes.

Vuestro cuñado y tío que las ama mucho...
El burrete Paulino