PELUQUERA CINCO ESTRELLAS
Valladolid
3 Septiembre 2001
Adorada
Cristina: Por ser tu fiesta onomástica deseo que hoy y el resto de tus días los
pases vibrando y delirando de alegría. Más aún, por ser mi competente y
simpatiquísima secretaria he aquí una sugerencia cargada de experiencia y
ternura propia de un abuelo: Muéstrate propicia a la felicidad, y lograda
transmite a cuantos te rodean, porque recuerda dos cosas; primera, que el
cariño autentico a los tuyos es llenar de alegría sus corazones, evitándoles
penas y disgustos innecesarios; segundo, que se trata de una felicidad del tipo
que nadie podrá arrebatarte.
¿A que no
me adivinas lo que voy a hacer ahora? Voy a tirar del fino y sutil hilo que
pone en movimiento la prodigiosa maquinaria de la memoria, y como disfrutar
gratos recuerdos es como vivirlos de nuevo, te veo como cuando niña con pasmosa
felicidad para dormir caminando. Salíamos de paseo y aprovechabas la caminata para echar una buena siesta yendo
y viniendo asida a mi mano. Otro detalle que guardo grabado indeleblemente en
la mente es que igual que tu bisabuela de nombre sonoro y armoniosa, Filomena,
aprendiste a leer sola. Bueno, me explico: Eras una entusiasta lectora de
cuanto anuncio se ponía ante tus ojos, leyéndolo muy simpáticamente, porque a
la consonante que no le acompañaba una vocal le añadías una “e” por
ejemplo: las palabras, trébol era para
ti terebole, flor felore, tren terene... lógicamente, como carecías de sentido, nada
entendías, pero pronto espabilaste. En lo que brillabas con luz propia era
montando rompecabezas de infinitas piezas, se te daba genial.
Lo digo con
orgullo y lleno de agradecimiento, fuisteis unos nietos tan encantadores que no
dudo en calificaros de maravillosos. Fueron muchos los días y los años, alegres
y divertidos que pasamos juntos. Durante vuestra infancia y adolescencia
siempre marchamos unidos en piña, como clueca con sus polluelos, procurando
gozar de la sencilla felicidad que proporciona la relación con las cosas, con
los animales, con la naturaleza, llenándome de toda la alegría de vivir que un
abuelo puede desear. Nunca un berrinche caprichoso. Cuando por la razón que
fuere deseabais algo que en aquel momento no podía satisfaceros, os prometía
que “mañana” y angelicalmente lo aceptabais siempre como bueno. Por todo, por
tantísimas cosas, por el sin fin de horas llenas de cariño y alegría, gracias,
gracias, gracias, gracias.
Sigo
recordándoos como los niños encantadores que erais y como cada uno destacaba
por sus cualidades y modo y manera de ser: Rebeca siempre fue sumamente
juiciosa y ponderada; Raquel la carita más guapa, a la vez la más pato mareado
caminando, esperaba que su madre la pusiera de punta en blanco para caer
espatarrada en el primer charco de agua cenagosa que encontraba a su paso;
Jorge ya era lo que es, un chulete de barrio; A ti, Cristina, Dios te dio una
chispa de gracia y buen humor, con ello, y alegre como un cascabel, de continuo
nos hacías reír. Goza Cris, de “taliento” en el “celebro” bastante y suficiente
para haber cursado una carrera universitaria, pero tu vocación te llevo por
otros derroteros, tienes buena mano para el arte peluqueril y apuesto mis dos
orejas que con tu ánimo y resolución llegaras a alzarte con el título de
peluquera cinco estrellas.
Como soy tu abuelo y te quiero un montón, con
el noble propósito de que rectifique, voy a señalarte un punto negativo en ti
que no deja ,a veces, de descorazonarme: los gritos y portazos que en tu casa
organizas cuando las cosas no salen según tus deseos. Mira niña, te lo pide tu
Yayo, olvídate de camorras y se con los tuyos como las flores cuya misión es adornar,
perfumar y proporcionar alegría.
Cristina,
maravillosa nieta, por ser el día de tu santo que un coro de ángeles baje del
cielo a cantarte al oído las mañanitas.
Besos
y abrazos.