Historias de toda una vida

Cartas que agrada recibir

jueves, 20 de febrero de 2014

MARAVILLOSA NIETECITA MARINA


MARAVILLOSA NIETECITA MARINA
 Valladolid, 15 de Febrero de 2006

          Queridísima Marina, nietecita lista  que ya puedo escribir porque sabe leer, a todo esto sumado que eres bonita, dulce y fresca  como las flores de  Abril y Mayo.

         Me encantan tus visitas de los sábados en los que me resulta una fiesta contemplar tu linda cara con el diminuto lunar; tus divertidos ojos que se me antojan estrellas; tu naricita de botón de rosa, una obra de arte; tus labios cuando se iluminan, no con carcajadas, sino cuando te pones tan arrebatadoramente simpática que parece que estás inventando la risa. Por supuesto, también me fascina oírte, no cuando gritas, cuando tu hablar se asemeja al trinar de un canario flauta.

         Ser niño, niña, es muy  bonito, ¿sabes por qué? Pues mira, porque los pequeñirrines tenéis dentro del corazón un lugarcito para lo bueno, lo bonito y lo alegre que es lo que os lleva a reír mucho, trescientas veces al día según los que las han contado. O sea, dicho de otro modo, porque los niños tenéis algo en común con los ángeles.

         Marina, viene a visitarnos María, la mocita de piel de seda color perla y pelo lustroso y ensortijado. Tengo muy presente en la memoria el diálogo que sostuviste con ella  sobre Rodrigo que inventaba mentiras para asustaros y tú te explicabas así: “La mentira es una verdad que no existe, pero que tú te la crees y por las noches no duermes”. Tampoco he olvidado que el día que cumpliste cinco añitos y te pregunte: ¿Qué se siente tener cinco años?  “No siento nada -respondiste muy seriecita- soy igual que ayer”.

         Marina, ¿te gustan los pajaritos, las mariposas y las flores? Un ruiseñor me ha contado al oído que Dios llenó el campo de esas maravillosas joyas para adornar el mundo y alegrarnos la vida.

         Te voy a decir que el mejor juguete de los niños son sus padres, pero hay otros muchos, por ejemplo, los duendecillos que tejen los sueños de los críos. Lo digo porque en mis sueños infantiles a menudo me veía deslizándome loco de alegría por el fabuloso tobogán de colores que cuando llueve y hace sol cruza el cielo: el Arco Iris.

         Marinita, maravillosa nietecita, muchachita única, fenómeno, colorín, colorado esta carta se ha acabado.



                                               Besos y abrazos del abuelo