UN
SEGUNDO TALENTO EN LA TRIPA
Melilla
14 de Mayo 2001
Querida Pilara: Como padezco el vicio de la curiosidad estoy
en la biblioteca a la Caza de alguna curiosidad y he leído algo tan inaudito
que parece una sandez tremenda, pero que parece que no, que es correcto y real:
¡tenemos un segundo cerebro en la tripa!
Lo que no se les ocurra a los sabios no se le ocurre ni al
diablo, y este último descubrimiento me ha dejado estupefacto y alucinado.
O sea, que las tripas no sólo sirven para ocuparse de la digestión
con muchos movimientos peristálticos, sino que también, entre otras cosas,
producen sustancias que gobiernan nuestros estados de ánimo.
Si ya lo dice el refrán: “de la panza sale la danza”. Jamás
lo hubiera imaginado, aunque si las cosas son así, así hay que decirlas, soy
cornito y en Cornón hacemos relojes de madera, y en razón de ello ya había yo
barruntado algo así como que la bolsa
intestinal no servia únicamente para acumular kk, y, no científicamente, por
supuesto, pero si de un modo empírico, tenía tras de la oreja este detalle:
cuando uno se encierra en el retrete sometido a íntimas apreturas, se siente
lúcido, sensible y memoriudo y se le ocurren cosas muy potables.
Ahora me explico cosas, cuando, por ejemplo, se siente ese cierto cosquilleo en la barriga como si
hubiera pasado un bando de mariposas y revolotearan por él, es que puedo decir
con orgullo que las neuronas que
recubren el tubo digestivo, listas como el hambre, están trabajando a tope.
Y, con perdón, los pedos, esos exabruptos mal perfumados,
¿serán pensamientos o sentimientos fallidos?